Todo comenzó a principios de 2016, cuando un informante que permanece en el anonimato entregó a un periodista alemán, Bastian Obermayer, 11 millones y medio de documentos que mostraban que un bufete de la Ciudad de Panamá, Mossack Fonseca, había ayudado a miles de funcionarios y políticos de todo el mundo a esconder fortunas mal habidas. El diario para el que trabaja Obermayer, Süddeutsche Zeitung, pidió ayuda al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación para analizar la filtración más grande de la historia, y 107 equipos periodísticos de 80 países respondieron al llamado.

Entre ellos, un grupo de periodistas venezolanos, cuyos hallazgos componen el nuevo libro de Ediciones Dahbar, la misma casa que ha llevado a las librerías éxitos como Estado delincuente, El prisionero rojo y El gran saqueo. Esta vez, en Los papeles de Panamá: el caso Venezuela, muchos de los más valientes y tenaces reporteros de investigación de nuestro país analizaron los datos filtrados, hicieron llamadas, ataron cabos y escribieron estos relatos profusamente documentados de gente que siempre pensó que se saldría con la suya.

Así fue como salió a la luz que personajes de la política venezolana -civiles y militares, rojos y de otros colores- incurrieron en prácticas más que cuestionables para ocultar su dinero, por distintas razones. En las remotas islas Seychelles, por ejemplo, coincidieron la fortuna de un general chavista y la de una dinastía opositora de Carabobo, al igual que la de un antiguo edecán del Comandante Eterno y de su esposa, enfermera del mandatario y luego tesorera de la Nación, quienes hoy viven muy bien en República Dominicana. Otros documentos muestran cómo ese escritorio en Panamá sirvió para perpetrar inmensas operaciones financieras a costa del patrimonio de los venezolanos. Empresarios que se apoyaron en el talento de Mossack Fonseca para crear empresas fantasma y triangular, vía distintos paraísos fiscales y compañías de administración de la riqueza, sustanciosos negocios que suponían revender dólares preferenciales, importar bienes en condiciones de ensueño, o simplemente estafar a los incautos.

Mossack Fonseca fue la caverna ideal, desde los años 70, para cualquier Alí Babá con un tesoro que esconder. No contaba con que un empleado indignado y una legión de reporteros desnudaran sus secretos. En el caso venezolano, esa legión estuvo compuesta por los siguientes profesionales: César Batiz, Lisseth Boon, Maolis Castro, Roberto Deniz, Ahiana Figueroa, Luisa García Téllez, Alicia Hernández, Alfredo Meza, Katherine Pennacchio, Joseph Poliszuk, Hugo Prieto, Ronna Rísquez, Ewald Sharfenberg, Laura Weffer Cifuentes y Fabiola Zerpa.